Con el mercado inmobiliario actual, lo más probable es que acabes comprando una vivienda de segunda mano. Y con una antigüedad media de nuestro parque inmobiliario de unos 44 años, ya te imaginas lo que eso significa: reformas.
Reformar no solo mejora la calidad de vida, sino que puede revalorizar tu vivienda considerablemente. Pero, ¿por dónde empezar?
Hoy quiero compartir contigo una hoja de ruta clara para que tu reforma sea un éxito y no una pesadilla:
· EL PROYECTO.
Un buen proyecto es la base de todo. Sin él, la reforma se convierte en improvisación continua. Define bien la distribución, instalaciones y acabados antes de empezar.
Un arquitecto no solo se encargará de diseñar el espacio según tus necesidades, sino que también optimizará el presupuesto y reducirá imprevistos.
Además necesitarás tramitar los permisos que establezca tu ayuntamiento y pagar los impuestos y tasas para poder empezar las obras.
· EL CONSTRUCTOR.
No te dejes llevar solo por el precio más bajo, ¿sabes lo que es una baja temeraria? Las cosas tienen un precio y si no, hay gato encerrado.
A lo mejor van a escatimar con la calidad de los materiales, o te van a freír a costes extra.
¿Cojo el más caro entonces? ¡Cuidado! También es algo habitual que cuando no les interesa una obra porque están hasta arriba pero no te quieren dejar sin respuesta, te den un presupuesto inusualmente caro. Así lo más probable será que les digan que no, y si alguien pica, se aseguran de que les compensará.
Entonces, ¿el mediano? Esto no va solo de números. Quieres que el constructor haga un buen trabajo con tu casa. Y para eso tiene que ganar dinero, evidentemente. También quieres que sea alguien diligente, que entre en razones. Yo le doy más importancia a que sea un buen profesional, que tenga referencias, y que la comunicación fluya.
Y por supuesto no solo se negocia el precio. Revisa bien el contrato antes de firmar: plazos de entrega, penalizaciones por retrasos y calendario de pagos bien establecidos. Un buen constructor hará que el proceso sea mucho más fluido y evitará sorpresas desagradables.
· DIRECCIÓN DE OBRA.
Alguien tiene que velar porque todo se haga según el plan. Aquí entra en juego el arquitecto, que se encargará de tomar decisiones clave y evitar errores que implicarán, normalmente, un mayor desembolso.
Un arquitecto supervisa la ejecución del proyecto, resuelve imprevistos sobre la marcha y se asegura que la calidad de los acabados sea la adecuada. Si tu obra es más grande, puede que necesites también un aparejador que controle la ejecución de los detalles constructivos, ensayos y demás.
Hay empresas llave en mano que tienen arquitecto y lo hacen todo ellos. Suena bonito, pero claro… uno normalmente mira por quién le paga, ¿no? Pues eso.
· DURANTE LA OBRA:
Implicarte está bien, pero sin saltarte la cadena de mando. Visita la obra con criterio y comunica cualquier cambio a quien corresponde.
Si decides comprar materiales o mobiliario por tu cuenta, no des por hecho que el constructor se encargará de subirlos o colocarlos. Asegúrate de pactar claramente cada responsabilidad para evitar malentendidos.
· PAGOS:
Una reforma bien planificada no solo necesita un calendario de obra, sino también un plan de pagos claro. Por esto no te preocupes, que seguro que el constructor te lo deja bien clarito.
Lo normal es que te solicite un adelanto del 30-35%, pero es fundamental que retengas una parte del pago hasta la finalización de la obra. Nunca pagues el 100% antes de que todo esté terminado y revisado.
· FIN DE OBRA:
No des por hecho que todo estará perfecto. Revisa los acabados con lupa antes de hacer el último pago. Revisa que todo funcione correctamente.
La última fase de una reforma es crucial, ya que es cuando se detectan pequeños fallos o detalles pendientes. Si cuentas con un arquitecto supervisando la obra, será él quien exija las correcciones necesarias para que todo quede perfecto. A no ser… claro, que el constructor sea su jefe.
Si quieres más detalles, te lo cuento todo en mi último vídeo.
Y si lo que necesitas es un arquitecto, solo tienes que escribirme:
Edu Saz