Trabajar de agente inmobiliario no es sencillo.
Es un trabajo duro.
Sí, ya se que trabajar en las minas de Dallol es más duro, pero esa no es la cuestión.
Esto no va de quien mea más lejos.
A lo que voy es que el trabajo de agente inmobiliario es mentalmente muy exigente.
Te lo explico:
El proceso de venta de un inmueble es lento.
Muy lento.
Eterno.
Desde que empiezas a trabajar en esto hasta que consigues captar un piso lo normal es que pasen varios meses.
Después, desde que lo captas hasta que encuentras un comprador, también transcurre otro tanto.
Y desde que ese comprador lo reserva hasta que finalmente se escritura, sobre todo si hay una hipoteca de por medio, otros dos meses no hay dios que te los quite.
Además en todo este tiempo pueden pasar cosas de la vida, imprevistos, movidas, que harán que la operación se tambalee... o que directamente se caiga.
Es lo que hay.
Teniendo en cuenta que el agente inmobiliario es, ante todo, un vendedor, se necesita una mente muy equilibrada para llevar a cabo este trabajo sin desesperarte.
Aparte, la venta de pisos es muy compleja.
Yo, que llevo tiempo en esto y he visto de todo, puedo decirte que casi todos los pisos tienen algún tipo de carga/incidencia/tara/problema burocrático.
Me atrevo a decir que, aunque tú seas una persona que lo tiene todo bajo control, si sacas la nota simple de tu casa ahora mismo te llevarías una sorpresita.
Pero bueno, esa no es la cuestión.
El tema es que casi siempre hay algún trámite pendiente que los propietarios, por desconocimiento, pereza o dinero, no han hecho.
Un trámite que hay que resolver ANTES de sacar el piso a la venta.
Antes.
Siempre antes de la venta.
Nunca durante.
Nunca después.
Resolver estos temas implica más tiempo. Y hasta que no esté todo en orden, no se empieza con las visitas.
No.
Porque la visita tiene que ir suave.
El comprador NO necesita saber los embargos que he levantado o los trámites que he hecho antes de ofrecerle el piso.
Al comprador solo le interesa que el piso esté limpio.
O como se dice en el argot, ¨libre de cargas”.
Háblale en la visita a un comprador de que estás levantando un embargo sobre esa casa y saldrá corriendo.
O te ofrecerá un 30% menos.
Por eso, cuando enseño un piso, no le cuento al cliente lo difícil que es mi trabajo y todos los paseos que me he tenido que pegar para poder enseñarle el piso.
No.
Cuando enseño un piso me preocupo de que todo vaya rodado.
Sin fricciones.
Suave como la seda.
Suave suavecito, como el culito de un bebé.
Cuando enseño un piso simplemente abro la puerta y dejo que todo fluya.
Y es que lo de abrir puertas se me da bien.
Soy un gran abridor de puertas.
Y que un comprador me recuerde como un mero abridor de puertas solo significa una cosa:
Que hice bien mi trabajo.
Pues eso, yo soy Dani Hombrados y me dedico a vender pisos abrir puertas.
Y te cuento cómo lo hago en mi
Te apuntas en el enlace de arriba.
Dani Hombrados